Liturgia de las horas

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. 

HIMNO 

El dolor extendido por tu cuerpo,
sometida tu alma como un lago,
vas a morir y mueres por nosotros
ante el Padre que acepta perdonándonos.
 
Cristo, gracias aún, gracias, que aún duele
tu agonía en el mundo, en tus hermanos.
Que hay hambre, ese resumen de injusticias;
que hay hombre en el que estás crucificado.
 
Gracias por tu palabra que está viva,
y aquí la van diciendo nuestros labios;
gracias porque eres Dios y hablas a Dios
de nuestras soledades, nuestros bandos.
 
Que no existan verdugos, que no insistan;
rezas hoy con nosotros que rezamos.
Porque existen las víctimas, el llanto. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.

Salmo 114
ACCIÓN DE GRACIAS
Hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios (Hch 14, 21).

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
 
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
"Señor, salva mi vida".
 
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.
 
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
 
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

Ant. Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.

Ant. 2. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

Salmo 120
EL GUARDIÁN DEL PUEBLO
No tendrán hambre ni sed; no les molestará el sol ni calor alguno (Ap 7, 16).

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
 
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
 
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
 
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Ant. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

Ant. 3. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

Cántico Ap 15, 3-4
HIMNO DE ADORACIÓN

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
 
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Ant. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

LECTURA BREVE 1 Co 2, 7-10a

Ensen?amos una sabiduri?a divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los pri?ncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Sen?or de la gloria. Sino, como esta? escrito: «Ni el ojo vio, ni el oi?do oyo?, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman». Y Dios nos lo ha revelado por el Espi?ritu.

RESPONSORIO BREVE

V. Cristo murió por los pecados, para llevarnos a Dios.
R. Cristo murió por los pecados, para llevarnos a Dios.
V. Como era hombre, lo mataron; pero, como posei?a el Espi?ritu, fue devuelto a la vida.
R. Para conducirnos a Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo murió por los pecados, para llevarnos a Dios.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Acuérdate de tu misericordia, Señor, como lo habías prometido a nuestros padres.

MAGNIFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Acuérdate de tu misericordia, Señor, como lo habías prometido a nuestros padres.

PRECES

Bendigamos ahora al Sen?or Jesu?s, que en su vida mortal escucho? siempre con bondad las su?plicas de los que acudi?an a e?l y con amor secaba las la?grimas de los que lloraban, y diga?mosle tambie?n nosotros:

Sen?or, ten piedad de tu pueblo.

Sen?or Jesucristo, tu? que consolaste a los tristes y deprimidos,
pon ahora tus ojos en las la?grimas de los pobres.

Escucha los gemidos de los agonizantes
y envi?ales tus a?ngeles para que los alivien y conforten.

Que los emigrantes sientan tu providencia en su destierro,
que puedan regresar a su patria y que un di?a alcancen tambie?n la eterna.

Que los pecadores se ablanden a tu amor
— y se reconcilien contigo y con tu Iglesia.

Perdona las faltas de los que han muerto
— y dales la plenitud de tu salvacio?n.

Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza: 

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

ORACIÓN

Oh Dios, que, de una manera admirable, has manifestado tu sabiduri?a escondida, con el esca?ndalo de la cruz, conce?denos contemplar con tal plenitud de fe la gloria de la pasio?n de tu Hijo que siempre nos gloriemos confiadamente en la cruz de Jesucristo. E?l, que vive y reina contigo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.