Liturgia de las horas

Laudes

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

INVITATORIO

Ant. Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen. 

Salmo 99
ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO
Los redimidos deben entonar un canto de victoria (S. Atanasio).

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Ant. Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen. 

HIMNO

I

Quie?n podra? tanto alabarte
segu?n es tu merecer;
quie?n sabra? tan bien loarte
que no le falte saber;
pues que para nos valer tanto vales,
da remedio a nuestros males.

¡Oh Madre de Dios y hombre!
¡Oh concierto de concordia!
Tu? que tienes por renombre
Madre de misericordia;
pues para quitar discordia tanto vales,
da remedio a nuestros males.

Tu? que estabas ya criada
cuando el mundo se crio?;
tu? que estabas muy guardada
para quien de ti nació;
pues por ti nos conocio?, si nos vales,
fenecera?n nuestros males.

Tu? que eres flor de las flores,
tu? que del cielo eres puerta,
tu? que eres olor de olores,
tu? que das gloria muy cierta;
si de la muerte muy muerta no nos vales,
no hay remedio a nuestros males. Ame?n.

II 

Lucero del alba,
luz de mi alma,
santa María.
 
Virgen y Madre,
hija del Padre,
santa María.
 
Flor del Espíritu,
Madre del Hijo,
santa María.
 
Amor maternal
del Cristo total,
santa María.

Ant. 1. Dichosa eres, María, porque de ti vino la salvación del mundo; tú ahora vives ya en la gloria del Señor, intercede por nosotros ante tu Hijo (T.P. Aleluya).

Salmo 62, 2-9
EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
 
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
 
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
 
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Ant. Dichosa eres, María, porque de ti vino la salvación del mundo; tú ahora vives ya en la gloria del Señor. (T. P. Aleluya.)

Ant. 2. Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú, el orgullo de nuestra raza.  (T. P. Aleluya.)

Cántico Dn 3, 57-88. 56
TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR
Alabad al Señor, sus siervos todos (Ap 19, 5).

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
 
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
 
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.  
 
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.  
 
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.  
 
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.  
 
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.  
 
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.  
 
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.  
 
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
 
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
 
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.  
 
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.  
 
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
 
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.  
 
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.  
 
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.  
 
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
 
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
 
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú, el orgullo de nuestra raza.  (T. P. Aleluya.) 

Ant. 3. ¡Alégrate, Virgen María! Tú llevaste en el seno a Cristo, el Salvador. (T. P. Aleluya.) 

Salmo 149
ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor (Hesiquio).

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
 
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
 
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
 
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
 
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Ant. ¡Alégrate, Virgen María! Tú llevaste en el seno a Cristo, el Salvador. (T. P. Aleluya.) 

LECTURA BREVE Is 61, 10

Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se adorna con sus joyas.

RESPONSORIO BREVE

V. El Señor la eligió y la predestinó.
R. El Señor la eligió y la predestinó.
V. La hizo morar en su templo santo.
R. Y la predestinó.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor la eligió y la predestinó.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo.

BENEDICTUS Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo.

PRECES

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:

Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.

Oh Sol de justicia, a quien la Virgen inmaculada precedía cual aurora luciente, 
— haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.

Verbo eterno del Padre, que elegiste a María como arca incorruptible de tu morada, 
— líbranos de la corrupción del pecado. 

Salvador nuestro, que quisiste que tu madre estuviera junto a tu cruz, 
— por su intercesión, concédenos compartir con alegría tus padecimientos. 

Jesús, que, colgado en la cruz, diste María a Juan como madre, 
— haz que nosotros vivamos también como hijos suyos. 

O bien estas otras:

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:

Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.

Salvador del mundo, que, con la eficacia de tu redención, preservaste a tu Madre de toda mancha de pecado, 
— líbranos a nosotros de toda culpa. 

Redentor nuestro, que hiciste de la Virgen María tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo, 
— haz también de nosotros templos de tu Espíritu. 

Verbo eterno del Padre, que enseñaste a María a escoger la mejor parte, 
— ayúdanos a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna. 

Rey de reyes, que elevaste contigo al cielo en cuerpo y alma a tu Madre, 
— haz que aspiremos siempre a los bienes del cielo. 

Señor del cielo y de la tierra, que has colocado a tu derecha a María reina, 
— danos un día el gozo de tener parte en la gloria. 

Según el mandato del Señor, digamos confiadamente: 

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. 

ORACIÓN 

Oh Dios, tú que has preparado en el Corazón de la Virgen María una digna morada al Espíritu Santo, haz que nosotros, por intercesión de la Virgen, lleguemos a ser templos dignos de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.