Liturgia de las horas

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. 

HIMNO 

I

Todos te deben servir,
Virgen y Madre de Dios,
que siempre ruegas por nos
y tu? nos haces vivir.

Tanta fue tu perfeccio?n
y de tanto merecer,
que de ti quiso nacer
quien fue nuestra redencio?n.

El tesoro divinal
en tu vientre se encerro?,
tan precioso, que libro?
todo el linaje humanal.

Tu? sellaste nuestra fe
con el sello de la cruz,
tu? pariste nuestra luz,
Dios de ti nacido fue.

¡Oh clara virginidad,
fuente de toda virtud!,
no ceses de dar salud
a toda la cristiandad. Ame?n.

II

Mari?a, pureza en vuelo,
Virgen de vi?rgenes,
danos la gracia de ser humanos
sin olvidarnos del cielo.

Ense?n?anos a vivir;
ayu?denos tu oracio?n;
danos en la tentacio?n
la gracia de resistir.

Honor a la Trinidad
por esta limpia victoria.
Y gloria por esta gloria
que alegra la cristiandad. Ame?n.

Salve, del mar Estrella,
salve, Madre sagrada
de Dios y siempre virgen,
puerta del cielo santa.
 
Tomando de Gabriel
el «Ave», Virgen alma,
mudando el nombre de Eva,
paces divinas trata.
 
La vista restituye,
las cadenas desata,
todos los males quita,
todos los bienes causa.
 
Muéstrate madre, y llegue
por ti nuestra esperanza
a quien, por darnos vida,
nació de tus entrañas.
 
Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
libres de culpa, infunde
virtud humilde y casta.
 
Vida nos presta pura,
camino firme allana,
que quien a Jesús llega
eterno gozo alcanza.
 
Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanzas;
una a los tres le demos,
y siempre eternas gracias, Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Ale?grate, Mari?a, llena de gracia, el Sen?or esta? contigo (T.P. Aleluya).

Salmo 121
LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
 
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
 
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
 
Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios".
 
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: "La paz contigo".
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Ant. Ale?grate, Mari?a, llena de gracia, el Sen?or esta? contigo (T.P. Aleluya).

Ant. 2. Aqui? esta? la esclava del Sen?or; ha?gase en mi? segu?n tu palabra (T.P. Aleluya).

Salmo 126
EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
 
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
 
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.
 
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Ant. 2. Aqui? esta? la esclava del Sen?or; ha?gase en mi? segu?n tu palabra (T.P. Aleluya). 

Ant. 3. Bendita tu? entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre (T.P. Aleluya).

Cántico Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
 
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
 
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
 
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Ant. 3. Bendita tu? entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre (T.P. Aleluya).

LECTURA BREVE Gál 4, 4-5

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

RESPONSORIO BREVE

V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. El Señor está contigo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Dichosa tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá (T.P. Aleluya).

MAGNÍFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Ant. Dichosa tú, María, que has creído; porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. (T. P. Aleluya.)

PRECES

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:

Que la llena de gracia interceda por nosotros.

O bien:

Mira a la llena de gracia y escúchanos. 

Oh Dios, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,
— haz que todos tus hijos deseen esta misma gloria y caminen hacia ella.
 
Tú que nos diste a María por madre, concede, por su mediación, salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores
— y a todos abundancia de salud y de paz.
 
Tú que hiciste de María la llena de gracia,
— concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.
 
Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
— y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.

Tú que coronaste a María como reina del cielo,
— haz que los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino.

O bien estas otras:

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle, diciendo:

Que la llena de gracia interceda por nosotros.

O bien:

Mira a la llena de gracia y escúchanos.

Tú que hiciste de María la madre de misericordia, 
— haz que los que viven en peligro o están tentados sientan su protección maternal. 

Tú que encomendaste a María la misión de madre de familia en el hogar de Jesús y de José, 
— haz que, por su intercesión, todas las madres fomenten en sus hogares el amor y la santidad.

Tú que fortaleciste a María cuando estaba al pie de la cruz y la llenaste de gozo en la resurrección de su Hijo, 
— levanta y robustece la esperanza de los decaídos. 

Tú que hiciste que María meditara tus palabras en su corazón y fuera tu esclava fiel, 
— por su intercesión, haz de nosotros siervos fieles y discípulos dóciles de tu Hijo. 

Tú que coronaste a María como reina del cielo, 
— haz que los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino. ^ 

Confiando en el Señor, que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme también de bienes al mundo hambriento: 

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. 

ORACIÓN

Oh Dios, tú que has preparado en el Corazón de la Virgen María una digna morada al Espíritu Santo, haz que nosotros, por intercesión de la Virgen, lleguemos a ser templos dignos de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.